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MEMORIA ACTIVIDADES 2015
Todos estos cambios, pérdidas y la aparición de esta nueva situación psicosocial dan lugar a
cambios emocionales y trastornos psicológicos concretados en cuadros depresivos moderados o graves,
cuadros de ansiedad que exceden el nivel normal, aparición de patrones rígidos de personalidad,
cuadros de fobia social secundarios, alteraciones neuropsicológicas que requieren, en muchos casos,
una intervención psicológica continuada como consecuencia de la evolución de la enfermedad.
Desde psicología se trabaja con las personas afectadas con el objetivo de enseñarles estrategias
psicológicas que les ayuden a intentar aceptar el diagnóstico y la evolución de la enfermedad, así como
las limitaciones físicas, psicológicas y cognitivas que pueden ir apareciendo con el desarrollo de este
tipo de enfermedades, y orientarles junto al equipo multiprofesional de todas las adaptaciones, recursos,
ayudas, que faciliten a estas personas tener mayor calidad de vida.
Las estrategias que se pretende conseguir que manejen las personas afectadas de enfermedades
neurodegenerativas son:
1. Informarse bien de las características de la enfermedad y de las limitaciones que conlleva.
2. Simplificar las actividades que haya que llevar a cabo y planificar el tiempo de descanso necesario.
Hay que tener en cuenta que la fatiga en el caso de la EM será un síntoma presente, con lo cual se
deberán tener previstos los períodos de descanso necesarios.
3. No precipitarse a la hora de evaluar el propio estado ni anticiparse al futuro. Hay que recordar que
las enfermedades evolucionan de forma diferente en cada caso. Lo que haya sucedido a un paciente
no tiene por qué suceder a todos.
4. Tener presente que habrá momentos de desánimo y de recaídas. Hay que pedir ayuda al entorno más
próximo siempre que sea necesario. Las emociones negativas estarán presentes en muchas personas
y por tanto, deben estar preparados para afrontarlas.
5. Buscar apoyo en la familia y los amigos, y tratar de no pasar los momentos difíciles en soledad. En
situaciones como el momento del diagnóstico o los brotes de la enfermedad, el apoyo de las
personas del entorno inmediato del afectado es fundamental.
6. Adoptar hábitos de vida saludables, si las circunstancias lo permiten. Puede resultar una buena
ayuda tener una dieta saludable y hacer ejercicio físico moderado. Está comprobado que mantener
una vida activa ayuda al paciente a sentirse mejor.
7. Compartir los conocimientos de la enfermedad con el entorno más inmediato. Comprender bien la
conducta y la evolución de las enfermedades ayuda a todos, incluso a las personas que conviven con
la persona que tiene la enfermedad. Está demostrado que la comunicación fluida y sin barreras
ayuda a una gran mayoría de pacientes
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