Los brotes en los primeros cinco años aumentan el riesgo de discapacidad. Estas recaídas influyen mucho menos en la enfermedad a medio y largo plazo. Cómo afectan las recaídas en la progresión de la esclerosis múltiple.
Con el objetivo de responder a esta pregunta, un equipo de investigadores ha descubierto que el impacto de estos brotes va disminuyendo con el tiempo. Así lo reflejan en un artículo publicado en ‘Neurology’.
«Este mensaje es importante porque transmite cierto consuelo a los afectados por esta enfermedad que hayan experimentado recaídas», declaran los autores del estudio. Los trabajos realizados hasta ahora, añaden, demuestran la asociación entre las recaídas y la discapacidad a corto plazo (entre dos y cinco años), pero «no examinan la repercusión de estos brotes a lo largo del tiempo».
Después de realizar un seguimiento de más de 20 años a 2.477 antes de recibir tratamiento, los investigadores confirmaron, por una parte, lo que ya se sabía, que los brotes que ocurren en los cinco primeros años estaban asociados con un mayor riesgo de discapacidad a corto plazo (48% más de probabilidades).
La novedad fue descubrir que estas recaídas influían mucho menos en la progresión de la enfermedad a medio y largo plazo. De hecho, al cabo de 10 años, las posibilidades de alcanzar el grado 6 de la escala EDSS (la más extendida y usada para evaluar la evolución de la enfermedad y la discapacidad que se va acumulando) se quedaba en un 10%.
«Esta escala mide, entre otros parámetros, la afectación en el equilibrio, la fuerza, la visión y la capacidad para caminar», explica Ambrosio Miralles, jefe de sección de Neurología del Hospital Infanta Sofía (San Sebastián de los Reyes, Madrid), quien añade que «hasta una puntuación de 5.5, el paciente es capaz de caminar solo, pero en el grado 6 ya necesita una ayuda, por ejemplo, un bastón».
Los investigadores examinaron el tiempo que tardaban en llegar los participantes con esclerosis múltiple a este grado 6 y a una siguiente fase de la evolución de la enfermedad: ‘forma secundaria progresiva’. Y a su vez, el equipo de la Universidad de la Columbia Británica (Vancouver, Canadá) relacionaba los resultados con la presencia de brotes en los cinco primeros años, a medio plazo (entre 5-10 años) y a largo plazo (a partir de 10 años).
Recaídas entre los primeros cinco y diez años
En cuanto al impacto de las recaídas que suceden entre los primeros cinco y 10 años, ocurre lo mismo. Según los resultados de este estudio, a medida que pasa el tiempo, no afectan al pronóstico de la enfermedad. «Los brotes tardíos tienen un riesgo muy pequeño para llegar al grado 6 y a la fase secundaria progresiva», señalan los autores.
Además, teniendo en cuenta la edad, los resultados también variaban. Es decir, el impacto era mayor en aquellos pacientes que no superaban los 25 años, mientras que las repercusiones eran menores a partir de los 35.
Tal y como destaca el doctor Miralles, «llama la atención que el número de brotes no afecte a medio y largo plazo en la progresión de la enfermedad [como se creía hasta ahora]. Esto significaría que habría que investigar nuevos fármacos para el tratamiento de la esclerosis múltiple, ya que los actuales están basados en la reducción del número de brotes, entre otros aspectos».
Por otro lado y, teniendo en cuenta que este estudio excluye a los brotes posteriores al inicio del tratamiento, el neurólogo del Hospital Infanta Sofía incide en que «es difícil extrapolar sus conclusiones a la práctica clínica, ya que la situación real es otra. Ahora, tras el primer brote, los pacientes ya son tratados».
Actualizado miércoles 11/11/2009 19:37 (CET)
LAURA TARDÓN
Fuente: www.elmundo.es