Hong Kong. Las madres que han tenido poca exposición a la luz del sol durante los primeros tres meses de embarazo podrían transmitir a sus hijos un mayor riesgo de desarrollar esclerosis múltiple (EM) en su adultez, de acuerdo a un estudio australiano. Los bajos niveles de vitamina D siempre estuvieron asociados con un mayor riesgo de EM. Los expertos sospechan que la falta de exposición al sol, la principal fuente de vitamina D, de la madre podría afectar el sistema nervioso central o el sistema inmune del feto y lo podrían predisponer a desarrollar esclerosis en el futuro.
En el estudio, los investigadores analizaron los registros de nacimientos de 1.524 pacientes con EM nacidos entre 1920 y 1950, y hallaron que la mayoría había nacido en los meses de noviembre y diciembre.
Esto significa que su primer trimestre ocurrió durante los meses del invierno, entre abril y junio, una época en que las madres del hemisferio sur podrían preferir estar adentro para evitar el frío.
Contrario a esto, hubo muchos menos pacientes con EM nacidos en mayo y junio, por lo cual sus primeros trimestres ocurrieron durante el comienzo del tiempo cálido, entre septiembre y noviembre.
La vitamina D puede ser particularmente importante para el desarrollo del sistema nervioso central del feto, escribieron los investigadores.
«Los suplementos de vitamina D para la prevención de la esclerosis múltiple también podrían ser necesarios durante el desarrollo del útero», dijeron en el documento.
Los resultados de la investigación fueron respaldados por estudios previos conducidos en el hemisferio norte, que hallaron más casos de EM entre personas nacidas en mayo, cuyas madres probablemente tuvieron poca exposición a la luz solar durante su primer trimestre.
La EM, que es más prevalente en las regiones que están más alejadas del Ecuador, puede causar discapacidad permanente, con síntomas como entumecimiento o debilidad en uno o más miembros, pérdida parcial o total de la visión, temblores y un andar tambaleante.
La investigación a cargo de Judith Staples y Lynette Lim, de la Australian National University en Canberra, y la profesora Anne-Louise Ponsonby, del Instituto de Investigación Infantil Murdoch, fue publicada en el British Medical Journal.
Fuente: www.larepublica.com