Hacia la remielización en Esclerosis Múltiple y la búsqueda de biomarcadores
La Unidad de Neurobiología de Parapléjicos se encuentra inmersa en el estudio de los oligodendrocitos, capaces de formar células mielinizantes. También avanzan en la búsqueda de biomarcadores y en otra línea enfocada al sistema inmunológico
En una pizarra mediana se agolpan fórmulas y palabras técnicas indescifrables fuera del ámbito científico. Los tubos de ensayo y el aparataje se amontonan en estanterías y mesas pero dejan espacio a microscopios, ordenadores, frigoríficos y al resto de material en un aparente desorden calculado para aprovechar al máximo el espacio de este laboratorio del Hospital de Parapléjicos, en Toledo. Aquí se respira mucho trabajo y compañerismo, también mucha vida al margen de la de los seis miembros de la unidad de Neurobiología del Desarrollo, la de los oligodendrocitos y las células mieloides supresoras, fundamentalmente, las raíces de buena parte de la investigación sobre posibles terapias reparadoras enfocadas a la esclerosis múltiple y a otras enfermedades desmielinizantes.
Esta investigación lleva a pleno rendimiento en el Hospital Nacional de Parapléjicos desde el año 2007. Antes, el grupo, más reducido que actualmente, trabajaba en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León enfocado «en la neurobiología del desarrollo pura y dura», pero al llegar a Toledo «dimos el salto para trabajar en la patogenia de la esclerosis múltiple, que es la enfermedad desmielinizante más prototípica e importante tanto en términos clínicos como sociales», explica el doctor Fernando de Castro, director de esta unidad.
La investigación consume mucho tiempo y recursos, bien lo sabe el grupo, pero resulta muy satisfactoria cuando se van logrando avances en una o varias líneas, porque como dice el doctor Diego Clemente, integrante también del grupo, «es necesario tener la mente bastante abierta porque una investigación puede empezar en Ay terminar en Z y todos los estudios son interesantes». Ambos explican que han empezado a ver «mejoría diagnóstica de la enfermedad» y tratan también de ahondar «en la posibilidad de nuevos tratamientos» que potencien «el proceso de remielización espontánea que existe en el cerebro normal de cualquier persona» para que los enfermos de esclerosis múltiple puedan recuperarse de los brotes y del avance de la enfermedad.
Oligodendrocitos
La unidad no trabaja con fármacos directamente, aunque está en contacto con grupos que sí investigan sobre estos agentes, pero sí se ha volcado desde hace tiempo con los «precursores de oligodendrocitos, que existen en el cerebro en una proporción del 3 al 8%del total de células, y son capaces de formar células mielinizantes, responden a las lesiones y en algunos casos son capaces de remielinizar parcialmente una lesión y formar una placa de sombra», explica De Castro. Y aunque a la investigación todavía le queda camino por delante, lo cierto es que este laboratorio y otros de buena parte del mundo están convencidos de la necesidad «de intentar potenciar estas capacidades fisiológicas, como si se tratara de unas células madre, para que puedan remielinizar más y si es posible todo».
El escollo principal de las investigaciones, al margen de la financiación y de otros factores externos, se encuentra en la propia esclerosis múltiple, conocida como la enfermedad «de las mil caras», explican ambos doctores, «porque cada paciente la sufre de manera diferente y tampoco se conoce la causa con exactitud». Esta situación complica su estudio porque, al final, «hablamos de un cajón desastre donde se mete a un montón de pacientes con síntomas y formas clínicas parecidas, cuando cada uno llega al problema por un motivo diferente, así que tampoco se logra encontrar una base genética clara, una infección vírica común ni un tóxico claramente identificado».
Aun así, el trabajo de este laboratorio está bastante avanzado en sus distintas áreas, ya se han publicado varios artículos en revistas científicas, uno de los pasos más importantes que certifican la validez de las investigaciones, que intentan poner un rumbo fijo de camino a las terapias personalizadas, dado que hasta la fecha sólo existen tratamientos paliativos, sintomáticos y para inmumodular la enfermedad.
El doctor De Castro pide prudencia a la hora de hablar de avances porque hay que seguir trabajando con posibles señales positivas para ver si determinadas sustancias pueden o no aplicarse en humanos sin efectos secundarios. En este caso, la unidad publicó un artículo científico hace dos años sobre «inhibidores de la fosfodiesterasa-7» tras demostrar que todos los precursores de oligodendrocitos lo expresan, «así que hemos visto que son parecidos a los que hay en el café, o en el té y aparentemente su uso no tendría por qué ser peligroso», explica el doctor, pero reconoce que cuando se fabrica en un laboratorio no es exactamente lo mismo y hay que tener cuidado con los posibles efectos secundarios al margen de los beneficios de la remielinización. Sin embargo, los investigadores creen que el siguiente paso será aplicar tratamientos a animales y después iniciar ensayos clínicos.
Células mieloides
El laboratorio trabaja en otra línea enfocada al sistema inmunológico desde el año 2010. La dirige Diego Clemente y se centra en las células mieloides supresoras, «que las tenemos todos en un porcentaje de menos de un 1% en condiciones normales, pero cuando se desata la enfermedad inmunitaria sus niveles se elevan a 10, 20 o 30%». Hasta la fecha estas células se habían estudiado en leucemias «porque matan leucocitos T», pero desde hace tiempo se ha observado también que pueden tener un importante papel en enfermedades «en las que la respuesta inmune es exagerada y crónica, como ocurre en la esclerosis múltiple», explica Clemente.
De ahí que este grupo de investigación y otros a nivel internacional se hayan volcado en estas células para intentar frenar la respuesta inmune y el daño neurológico. «Empezamos a estudiarlas en ratones y vimos que cuando el brote cesaba estas células también habían ejercido su función y desaparecían del tejido» y este descubrimiento dio lugar a tratar de inactivarlas en los ratones a través de una molécula para comprobar que se su recuperación era peor que la de los que no habían recibido el fármaco.
«Los resultados pesaron bastante y nos llevó a una colaboración franco-holandesa y estuvimos estudiando un fármaco que actualmente está patentado, así que estamos a punto de publicar el artículo». El siguiente paso sería avanzar hacia su aplicación en humanos y ha pedido un proyecto a una alianza de federaciones de pacientes a fin de aplicarlo. La investigación abre una vía de esperanza para otras enfermedades como el cáncer, la artritis reumatoide, en trasplantes, para frenar la respuesta inmunológica, diabetes y uveitis, una inflamación del fondo del ojo, donde participan las células mieloides supresoras.
A pesar de los avances, la unidad también ha recibido varios varapalos por parte de las farmacéuticas. El doctor Clemente explica, sin dar nombres, que una de ellas se interesó por las células mieloides supresoras, presentaron el proyecto, lo aceptaron y lo dividieron en cuatro fases. Hasta ahí bien, incluso invirtieron dinero para esa primera fase y le entregaron los resultados. Pero poco después se aparcó. «Me informaron que el proyecto había quedado hibernado porque tienen otras moléculas en cartera de las que quieren recoger beneficios a corto plazo». Estos intereses económicos se convirtieron en «un gran muro», según el doctor.
Y hubo otra experiencia negativa con una gran farmacéutica que se interesó por los biomarcadores. Pero tras presentar el proyecto no hubo contestación y al cabo del tiempo la unidad se enteró del rechazo de los proyectos en fase de estudio por recortes presupuestarios. Aun así, esta unidad seguirá planteando nuevas vías de investigación. Ahora tratará de conseguir que se apruebe un proyecto junto a investigadores alemanes y franceses de los tratamientos existentes sobre los precursores de oligodendrocitos para ver si mejora la capacidad inmunologica y afecta o no a la remielinización espontánea, «pero cuesta bastante dinero y tener muestras de pacientes no es sencillo».