Empiezan a conocerse más cosas acerca de los mecanismos que se inician en una esclerosis múltiple en una persona que tiempo antes estaba en perfecto estado de salud. Sin embargo, a fecha de hoy sus orígenes siguen siendo un misterio. La investigación y los nuevos conocimientos han permitido desarrollar nuevos medicamentos, aunque el trecho por recorrer aún es largo. No hay que engañarse. Estamos frente a una enfermedad extraordinariamente compleja y difícil, de imprevisible evolución.

El desarrollo de una esclerosis múltiple pasa por un lado por una afección del cerebro y por otro del sistema periférico, explica el Doctor Juan Antonio García-Merino, Jefe de la Sección de Neurología del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, Madrid.

En el cerebro se padece una infamación en zonas concretas que dan brotes que afectan a la sensibilidad, la fuerza, la coordinación, la visión y ello es síntoma de la aparición de una zona de inflamación producida por la entrada de células desde la sangre periférica al interior del sistema nervioso. Este proceso se repite varias veces y ello caracteriza la forma de esclerosis múltiple recidivante.
La enfermedad se cree que es el resultado de la suma de dos factores, por un lado de tipo medioambiental y otro de fondo genético. En el ambiente hay virus corrientes que en personas genéticamente predispuestas causan una reacción anormal del sistema inmunológico.

Hay una teoría que habla de la higiene como factor desencadenante, que dice que la falta de exposición de las personas en edad infantil a virus corrientes, hace que cuando se está desarrollando esos virus en edad adulta, el sistema inmunológico no haya desarrollado los mecanismos propios de la etapa infantil y por tanto carece de la mecánica para combatir esos virus.

Existen otras teorías y muchos estudios encaminados a descartar o a investigar los factores desencadenantes, la evolución de esta enfermedad y para lograr un patrón de conducta de la enfermedad.

En el primer episodio de la enfermedad, que puede devenir de golpe o al cabo de años, se pueden hacer resonancias magnéticas para anticipar en cierta medida la evolución que va a tener ese paciente en el futuro.

Un medicamento como el Natalizumab  actúa sobre uno de los mecanismos que se conocen detrás del origen de la lesión en el cerebro, que penetran dentro del sistema nervioso, y que necesita que ciertas moléculas impidan esa entrada en el cerebro.

La calidad de vida de los pacientes depende del momento de la enfermedad y de la ayuda que para ello aportan los fármacos, pero evidentemente, al no haber un fármaco totalmente eficaz, no se puede conseguir la curación absoluta y por tanto la calidad de vida puede ser mejor pero no completa.

Los síntomas iniciales son muy leves y pasan desapercibidos, y ello perjudica en cuanto el tratamiento no se aplica al no haber diagnóstico, aunque con los medios actuales, al hacerse las resonancias con prontitud, se está corrigiendo ese desfase de diagnóstico y ello evita los casos irreversibles.

Fuente: http://mundosalud.portalmundos.com 

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