Investigadores del Instituto de Investigación Scripps en La Jolla (EE.UU.) han identificado una serie de compuestos que se pueden usar para tratar la esclerosis múltiple (EM). A diferencia de las terapias existentes que suprimen el sistema inmune, los compuestos impulsan una población de células progenitoras que pueden reparar las fibras nerviosas dañadas en EM.
Uno de los compuestos recién identificados, una droga para la enfermedad de Parkinson llamada benztropina, fue altamente eficaz en el tratamiento de un modelo estándar de esclerosis múltiple en ratones, tanto sola como en combinación con las terapias existentes para EM, según los resultados de la investigación, publicados en Nature. «Estamos entusiasmados con estos resultados y ahora estamos considerando cómo diseñar un ensayo clínico inicial», adelantó Luke L. Lairson, autor principal del estudio.
Sin embargo, Lairson advirtió que benztropina es un fármaco con efectos secundarios adversos relacionados con la dosis y aún no se ha demostrado ser eficaz en una dosis segura en pacientes humanos con EM.
La esclerosis múltiple, una enfermedad autoinmune del cerebro y la médula espinal, afecta a más de medio millón de personas en América del Norte y Europa, y más de dos millones en todo el mundo. Sus desencadenantes exactos se desconocen, pero se cree que ciertas infecciones y la falta de vitamina D son factores de riesgo. La enfermedad es mucho más común entre los individuos del norte de Europa y se produce con casi el doble de frecuencia en mujeres que en hombres.
Mielina
En la EM, las células inmunes conocidas como células T se infiltran en la parte superior de la médula espinal y el cerebro, causando inflamación y, en última instancia, la pérdida de un recubrimiento aislante llamado mielina en algunas fibras nerviosas. Como las fibras nerviosas pierden este recubrimiento de mielina, pierden su capacidad para transmitir señales de manera eficiente y, con el tiempo, pueden comenzar a degenerarse. Los síntomas resultantes pueden incluir debilidad en las extremidades, entumecimiento y hormigueo, cansancio, problemas de la vista, del habla, de memoria y depresión, entre otros. Las terapias actuales, como el interferón beta, son sólo parcialmente eficaces y tienden a tener efectos secundarios adversos significativos.
En este estudio, Lairson y sus colegas decidieron probar un enfoque complementario, centrado en restaurar una población de células progenitoras llamadas oligodendrocitos, que normalmente mantienen las vainas de mielina de las fibras nerviosas en buen estado y, en principio, podrían reparar estos recubrimientos después de que EM los dañe.
Pero los números de oligodendrocitos están en marcado descenso en la EM, debido a un todavía misterioso problema con el origen de las células precursoras que los producen. «Los precursores de oligodendrocitos (OPC) están presentes en las fases progresivas de la esclerosis múltiple, pero por razones desconocidas no maduran en oligodendrocitos funcionales», concretó Lairson.
Mediante el uso de un laboratorio de análisis de moléculas pequeñas sofisticado que gestiona el Instituto Scripps conjuntamente con el Instituto de Medicina Regenerativa de California y con el Instituto de California para la Investigación Biomédica (Calibr), Lairson y su equipo utilizaron una colección de cerca de 100.000 diversos compuestos que puedan potencialmente inducir a OPCs a madurar o diferenciarse. De esta forma, se encontraron varios compuestos inductores de la diferenciación de OPC. La mayoría fueron compuestos de actividad desconocida, pero, benztropina, se conoce bien y, de hecho, está aprobada por la agencia norteamericana del medicamento (FDA) para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson.
Sorpresa
«Fue una sorpresa, ya que eso significaba que podíamos avanzar con relativa rapidez en probarlo», dijo A. Deshmukh, primer autor del trabajo que llevó a cabo la mayor parte de estos experimentos. Así, realizaron pruebas de benzatropina en ratones con una enfermedad similar a la EM, un modelo autoinmune inducido comúnmente usado para probar fármacos potenciales de EM. Los resultados mostraron que la benztropina tenía una potente capacidad para prevenir la enfermedad autoinmune y también fue eficaz en el tratamiento de los síntomas después de que surgieran, eliminando prácticamente la posibilidad de recaída. Aunque benztropina por sí funcionó casi tan bien como los tratamientos existentes, también mostró una notable capacidad para complementar las terapias actuales, en particular dos inmunosupresoras de primera línea, interferón-beta y fingolimod.
«La adición de incluso un nivel subóptimo de benztropina permitió, por ejemplo, reducir la dosis de fingolimod en un 90 por ciento y conseguir el mismo efecto modificador de la enfermedad que una dosis normal -destacó Lawson-. En un entorno clínico, la reducción de la dosis se podría traducir en una gran disminución de los efectos secundarios potencialmente graves de fingolimod», apostilló.
Oligodendrocitos
En otros análisis, los investigadores confirmaron que benztropina trabaja contra la enfermedad en este modelo de ratón al aumentar la población de los oligodendrocitos maduros, que a su vez restauran las vainas de mielina de los nervios dañados, incluso cuando el ataque inmune continúa. «Los ratones tratados con benztropina no mostraron cambios en los síntomas habituales de inflamación, sin embargo, su mielina estaba casi intacta, lo que sugiere que probablemente estaba siendo reparada igual de rápido que estaba siendo destruida», dijo Lawson.
Benztropina se sabe que tiene múltiples efectos específicos en las células del cerebro, incluyendo el bloqueo de la actividad en los receptores de histamina y acetilcolina y un impulso de la actividad en los receptores de dopamina. Pero Lairson y sus colegas encontraron pruebas de que la droga estimula OPC para diferenciarse principalmente mediante el bloqueo de los receptores de acetilcolina M1 o M3 en estas células.
Fuente: www.abc.es