Al hablar de resiliencia y discapacidad, cabe tener presente desde que enfoque abordemos la discapacidad, y desde que mirada actuemos, pudiendo ser estas, desde la perspectiva negativista, de déficits o por otro lado desde una perspectiva orientada en los recursos y fortalezas, cualquiera de estas traerán consecuencia en nuestra actitud asociada a la persona, lo que implicará que en el primero el énfasis estará puesto en Rehabilitar, y en el segundo lo central será el favorecer el acceso de la persona a la calidad de vida y las adecuaciones del entorno para que esto sea posible. Por tanto el enfoque que se adopte tiene crucial importancia y es un aspecto a tomar con especial cuidado y reflexión.
La mala noticia: no podemos jugar a ser utópicos, tampoco podemos crear un arco iris sin más, para eso, necesitamos la lluvia ¿verdad?
¿Qué quiero decir con esto? Ser resiliente no versa en creer, que nuestra discapacidad simplemente está ahí, que no pasa nada y seguir sin más, debemos de aceptarla, y la mala noticia es que está, porque ha estado desde siempre o porque ha llegado después de, por ejemplo, un accidente de tráfico, aparición de una enfermedad neurodegenerativa de las que se trabajan en nuestro centro, pero estar, está y ahora forma parte de nosotros.
En ciertos aspectos nos limita y eso debemos de aceptarlo, no podemos llegar a ser resilientes sin sobreponernos a las dificultades o adversidades de la vida y para eso hace falta, aceptar y adaptase a la situación. No podemos cerrar los ojos ante la realidad porque eso no sería adaptativo para nosotros mismos.
Todo el mundo puede ser resiliente, el desafío consiste en generar los recursos propios de cada uno de nosotros para promoverla.
La resiliencia es la capacidad de una persona de adaptarse de forma positiva ante situaciones que le son adversas. La gente resiliente, en consecuencia, es capaz de salir reforzada de los momentos complejos que le han tocado vivir. No supone simplemente ver el lado bueno de las cosas, sino que la idea va más allá.
Ser resiliente no es sinónimo de ser persona fría o calculadora, nada más lejos de la realidad. La resiliencia es una capacidad que nos orienta al futuro, a la esperanza y a la fuerza, pero ante todo nos orienta a la acción.
Ser resiliente significa que, pese al dolor y las circunstancias adversas, una persona es capaz de seguir su vida sin perder el control o sentirse desbordado o incluso, empezar de nuevo cuando todo ha salido mal.
La resiliencia implica, entre otras cosas ser capaz de regular de forma eficaz nuestras emociones, algo primordial para poder hacerle frente a estos contratiempos que nos han surgido. Pero lo más importante, nos ayuda a superar los obstáculos con los que nos hemos encontrado. La resiliencia se va desarrollando a lo largo de nuestra vida y nuestra interacción con el ambiente que nos rodea, es posible potenciar la resiliencia.
A parte de los factores personales también ayuda otros factores externos que facilitan potenciar la resiliencia, al estar ante una situación complicada contar con el apoyo social (familia, amigos etc..), asociaciones, es un factor importante para fomentar la resiliencia.
El punto clave de todo esto, es saber es saber que factores utilizar para fomentar la resiliencia y crecer a nivel personal con lo que nos ha tocado vivir.
Factores que aumentan la resilencia:
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- Establecer buenas relaciones con tu entorno: Establece un círculo social que te haga percibir que tu tiempo está bien empleado y que eres una pieza importante en tu microsistema.
- Acepta que el cambio es algo imprescindible para la vida: no hay evolución sin cambio y aunque no quisieras evolucionar en nada, el cambio se produciría.
- Evita tomarte las crisis de tu vida como problemas insuperables: Trata de ampliar tu visión y ser consciente de que la mayoría de hechos estresantes son temporales , no fijos o permanentes.
- Establece pequeñas metas que sean alcanzables: Tienes que ir poco a poco estableciendo pequeñas metas realistas.
- No tengas miedo a tomar decisiones: no ignores los problemas, intenta no procrastinar.
- Cultiva una visión positiva de ti mismo la autoconfianza en las capacidades personales y la actitud positiva ayudan a formar una actitud resiliente.
- Mantén las cosas en perspectiva: que te haya sucedido algo malo en concreto, no quiere decir que tu vida esté a la deriva, ni que tu personalidad y valores lo estén también. Delimita bien el problema para poder atajarlo y evitar que contamine lo bello que hay en la vida.
- Pregúntate que es lo que has hecho para salir del pozo en otras ocasiones: recuerda situaciones duras por las que has pasado en tu vida y piensa cual fue la clave para la recuperación, si lo tienes claro ponlas en marcha, por lo que le ha venido bien en un momento te puede volver a venir bien.
- Cuídate a ti mismo: Haz cosas que te gusten con las que puedas disfrutar o sobre todo descansa.
- Desahógate: aunque las emociones sean fuertes, emociones reprimidas te pueden hacer enfermar.
- La perseverancia y la confianza serán tus mejores aliadas.
Referencias: Articulo: Recursos para facilitar la resilencia (Mente maravillosa) – Como potenciar la resiliencia (Mente maravillosa)