Un equipo internacional de neurólogos, en el que han participado centros de investigación de siete países, ha encontrado un motivo más para consultar al neurólogo ese temblor de mano o esa torpeza inexplicable para caminar.

Si el diagnóstico fuera parkinson se podría retrasar el avance de la enfermedad con un medicamento que ya está en las farmacias, por lo que no habría que esperar los tiempos exigidos a un tratamiento experimental.

La investigación, que se publica hoy en la revista «The New England Journal of Medicine», demuestra que «rasagiline» retrasa la muerte neuronal y el deterioro progresivo que produce la enfermedad. Es la primera vez que un fármaco parece modificar el curso de la enfermedad, aunque en el estudio se advierte que los resultados deben observarse con cautela. Nuevas investigaciones deberán confirmar los resultados.

El «rasagiline» es un viejo conocido por los neurólogos. Se utilizaba en combinación con otros fármacos para mejorar la calidad de vida de los pacientes y reducir los síntomas del parkinson en sus fases más avanzadas. Pero nunca se había demostrado su capacidad neuroprotectora.

Sin tiempo que perder

La investigación cambia la forma de abordar la enfermedad. «Demuestra que no hay razón para retrasar el tratamiento ante los primeros síntomas, algo que no es infrecuente en las consultas de Neurología», asegura Eduardo Tolosa, responsable del grupo de parkinson del Hospital Clínic de Barcelona y uno de los expertos que ha liderado esta investigación internacional.

En el estudio participaron 1.176 pacientes que estaban en una fase muy precoz de la enfermedad, apenas llevaban entre ocho y nueve meses con síntomas. Ninguno de ellos recibía otra medicación.

Unos 70 voluntarios, eran pacientes españoles procedentes de siete centros españoles de investigación. La mitad de los pacientes fueron tratados con una sustancia placebo y el resto con el fármaco. Los resultados demostraron que el medicamento, al cabo de 18 meses, reducía casi en un 40% la progresión de la enfermedad respecto al grupo que no recibió el fármaco.

Todos los pacientes involucrados en el estudio estaban diagnosticados por los síntomas (temblor, torpeza motora, trastorno del equilibrio…). A ninguno se le hizo una SPECT cerebral, una prueba de imagen que confirma el diagnóstico clínico por lo que podría haber algún paciente en el estudio que realmente no tuviera la enfermedad. «Es cierto que los primeros síntomas del parkinson son ambiguos, pero los resultados de los pacientes tratados respecto al grupo que recibió el placebo no ofrecen duda», explicó Eduardo Tolosa.

Ventana de oportunidad

El fármaco es seguro, fácil de administrar (comprimidos por vía oral) y no es más caro que otros tratamientos utilizados para paliar esta enfermedad neurodegenerativa. La clave es utilizarlo en las primeras etapas de la enfermedad. En el estudio publicado se mostró su eficacia en una fase muy incipiente. «Probablemente, funcionaría en pacientes con más de 8-9 meses de evolución, aunque aún no sabemos cuál es la ventana de oportunidad. Necesitamos más investigación», apunta el especialista en parkinson del Clínic.

Warren Olanow, neurólogo del Mount Sinaí de Nueva York y autor del estudio también está convencido de que el fármaco funciona y no sólo reduce síntomas de forma temporal.

 Cómo da la cara Temblores: Lentos y rítmicos. Predominan en reposo y disminuyen al hacer un movimiento voluntario.

Rigidez muscular: Resistencia a mover las extremidades, hipertonía muscular.

Bradicinesia: Lentitud de movimientos voluntarios. Falta de expresión facial.

Anomalías posturales: Inclinación del tronco y la cabeza hacia delante. Codos y rodillas están como encogidos.

Problemas al andar: Marcha lenta, arrastrando los pies. A veces se dan pasos rápidos y cortos.

Episodios de bloqueo: Los pies parecen que están pegados al suelo.

Trastorno del equilibrio: Reflejos alterados, fáciles caídas.

 N. RAMÍREZ DE CASTRO | MADRID

Fuente: www.abc.es

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